Cómo cambia nuestro organismo al consumir comida real

Cómo cambia nuestro organismo al consumir comida real

Comer alimentos ricos en nutrientes regularmente nos ayudará a sentirnos más positivos y enérgicos. Con un cuerpo y una mente bien alimentados, también estaremos mejor equipados para lidiar con las inevitables tensiones de la diaria, nos sentiremos menos pesados, perderemos peso de forma natural y hasta podremos regular nuestras horas de sueño.

Llevar a cabo una alimentación basada en comida real hace que nuestro cuerpo y nuestra mente experimenten varios cambios, con resultados que se verán a los pocos días de empezar.

Lo bueno, y lo sorprendente, es que dichos cambios se pueden dar tanto a nivel psicológico, como a nivel físico, a nivel interno y a largo plazo, donde realmente se podrá apreciar la verdadera transformación.

¿Cómo cambia el organismo? 

En cuanto al nivel psicológico, comer sano hace que seamos más felices. ¿No me crees? Realmente es así. ¿Por qué? Porque nuestro cerebro reconoce que estamos haciendo algo bueno para nuestro cuerpo y nos premia con una subida de serotonina, la llamada hormona de la felicidad. Esta sensación lo que hará es permitirnos afrontar mejor los obstáculos del día a día y nos capacita para hacerlo bien, con buena predisposición y disfrutando de lo que hacemos.

A nivel físico, el incorporar comida real a nuestra dieta, hará que aumente nuestra resistencia muscular, por lo que a la hora de hacer deporte notaremos cómo somos capaces de mantener esa resistencia muscular a medida que pasa el tiempo. Esto se debe gracias a que nuestros músculos están más sanos ya que reciben los nutrientes necesarios para poder ejercitarse.

A nivel interno, dotaremos al organismo de todos los nutrientes necesarios para que pueda funcionar correctamente sin que aparezcan carencias que puedan desencadenar en enfermedad.

Y a largo plazo notaremos que los niveles plasmáticos como en el colesterol se regulan, con lo que las paredes de los vasos sanguíneos mejoran su resistencia a la presión de la sangre, asegurando la llegada a destino de los nutrientes que transporta.

Nuestra presión arterial disminuirá provocando que el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y derrames cerebrales baje. Los niveles de glucosa en la sangre también estarán mejor controlados, reduciendo así las fluctuaciones de azúcar en la sangre y disminuyendo el factor de riesgo de diabetes. Y nuestros huesos se fortalecerán, reduciendo tu riesgo de fracturas y roturas.

La comida real también beneficia la piel

También veremos el cambio en la superficie. La buena nutrición es un componente fundamental de una piel sana, y a medida que le proporcionemos todos los nutrientes que necesita para su reparación y crecimiento, notaremos un nuevo brillo ya que los ingredientes naturales en los alimentos ayudan a acelerar el ritmo de la exfoliación, proteger la piel del daño de los rayos UV y a vernos más radiante.

De hecho, aquellas personas que mantienen una dieta rica en frutas y verduras, especialmente aquellas que aportan una gran cantidad de carotenoides, suelen tener un tono de piel más saludable porque estos alimentos influyen de forma positiva en la producción de melanina, que ayuda a la pigmentación de la piel, el pelo y los ojos.

Muchos problemas estomacales, como el estreñimiento o los gases pueden ser provocados por una dieta poco saludable. Los alimentos con un alto contenido de sal hacen que retengamos líquidos, por lo que nuestro estómago se resiente y se llena de gases, lo que provoca una sensación de hinchazón.

Por otra parte, los carbohidratos refinados, apenas aportan fibra, por lo que pueden provocarnos estreñimiento. Incluso, estos carbohidratos refinados y los azúcares añadidos presentes en galletitas dulces, helados, aperitivos salados y todo tipo de dulces incrementan los niveles de azúcar en sangre, lo cual hará que la insulina almacene el exceso de azúcar en forma de grasa en el hígado y en diferentes zonas de todo el cuerpo, aumentando nuestro peso.

Más comida real, menos antojos

Al comenzar a alimentar nuestras fuentes de energía con carbohidratos complejos, proteínas y grasas saludables, comenzaremos a experimentar menos antojos durante el día. Esto simplemente puede explicarse por el hecho de que comer sano significa ser más consciente sobre los tipos de alimentos que consumimos. 

Y como aumentará el consumo de frutas y verduras frescas, las cuales son más saciantes, no percibiremos hambre a cada rato. Incluso, como estos alimentos tienen menos calorías que los alimentos ultra procesados, veremos que aún comiendo en cantidad nuestro peso corporal disminuirá. 

Eso sucederá también porque el metabolismo comenzará a acelerarse al consumir mucha agua y fibra, ya que de esta manera el tracto digestivo se volverá muy regular. Y si nuestro metabolismo es más rápido, significa que nuestro cuerpo quema calorías a un ritmo mayor, lo cual conducirá a perder kilos más fácilmente en lugar de acumular grasa. Así, experimentaremos vivir con un peso corporal con el que nos vamos a sentir saludables, fuertes y seguros/as.

Lo beneficioso de esto es que al ser un estilo de vida no habrá “efecto rebote” ni bajaremos los brazos rápidamente, porque no es una dieta mágica que nos hará restringir cantidad infinita de alimentos, al contrario, podremos comer todo lo que queramos, siempre y cuando sepamos elegir a conciencia.

Los cambios que el físico perciba se mantendrán por más tiempo debido a que el organismo funcionará como debe funcionar y no se estará forzando o estará teniendo carencias. De hecho, aprendiendo a comer y a elegir qué comer sabremos cómo permitirnos sabiamente, nuestra mente entenderá que una “comida trampa” no nos hará daño.

Sin excesos, todo es bueno

Como he mencionado en el artículo anterior, comer algún tipo de ultra procesado que nos gusta, sin que sea ese alimento la base de nuestra alimentación, no está mal. Acá no hablamos de erradicar por completo estos alimentos o condenarlos para siempre, sino saber cuándo consumirlos. Los caprichos están para cumplirlos, pero en su justa medida.

A la semana de comenzar con este cambio de hábito experimentaremos un mayor nivel de concentración mental y tendremos más energía en general. Esto sucederá porque las comidas ricas en azúcar, aceites saturados y almidón, que estábamos acostumbradas/os a ingerir, provocan somnolencia inmediata, lentitud y sensación de hinchazón.

Además, podremos dormir más profundamente, nos dormiremos más fácilmente y no nos despertaremos tanto durante la noche. Al consumir los ultraprocesados, por ejemplo, puede suceder que nos levantemos sedientos sin haber dormido lo suficiente, debido a que el sodio es uno de los elementos presente en grandes niveles en las comidas procesadas, y puede alterar nuestro sueño, porque nos deshidrata.

Al comer alimentos saludables nuestro cuerpo eliminará todo el exceso de agua que ha retenido de la ingesta alta de sodio y los alimentos altamente procesados que consumíamos antes. 

En el próximo artículo veremos cuál es la diferencia concreta entre los alimentos naturales y los ultraprocesados para que sigamos aprendiendo a identificarlos y poder hacer una mejor elección a la hora de realizar nuestras compras para llenar la heladera y nuestras alacenas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir
40.9kSeguidores