Centella asiática: La planta con un poderoso poder antiarrugas natural
También se llama “water-potyl” o “gotu kola”. La Centella asiática ha sido una de las plantas bandera de la medicina ayurvédica durante siglos. Conocida por sus beneficios sobre la piel, especialmente sobre las líneas finas y las arrugas, ahora ocupa un lugar destacado en la industria cosmética.
Procedente de la familia de las Apiáceas, la centella asiática es, como su nombre indica, originaria de Asia (India, China…), pero esta planta herbácea tropical también se encuentra en Oceanía y en las zonas pantanosas de Madagascar. Semiacuática, es apodada “hierba tigre” porque los felinos se revolcaban en ella para curar sus heridas, según la leyenda.
Si tiene virtudes curativas y calmantes, también se sabe que estimula la memoria, promueve la concentración y ayuda a la buena circulación sanguínea venosa, lo que lo convierte en un activo para todos aquellos que se quejan de tener las piernas pesadas.
Pero sobre todo, la centella asiática es un gran aliado para la piel seca, sensible o madura. Potente antienvejecimiento, actúa sobre la producción de colágeno (su extracto es rico en asiaticoside y madecassoside), limita el aflojamiento de la piel (especialmente en la cara), y previene el envejecimiento de la piel al humectarla profundamente. Esta planta también se utiliza para aliviar las quemaduras y tratar muchos problemas de la piel, como eccema, estrías, falta de luminosidad debido al tabaco o a la contaminación, o un antiestético enrojecimiento.
Una solución natural para usar en casa
Varias marcas de cosméticos han integrado esta estrella de la farmacopea coreana en la composición de sus productos, como la marca Erborian, que es un éxito con su crema CC Centella asiatica. Como prueba, esta última fue la crema antienvejecimiento tintada más vendida en 2020.
En casa, puedes hacer máscaras con polvo de centella asiática añadiendo arcilla rosa y una cucharadita de miel. Se aplica en la cara durante unos diez minutos antes de enjuagar con agua clara. En Madagascar, la centella asiática se utilizaba en forma de cataplasma para aliviar las manifestaciones cutáneas relacionadas con la lepra.